Especial Saga Batman (1 de 7) 'BATMAN' (1989).

 "¿Has bailado alguna vez con el diablo a la pálida luz de la luna?" Joker.

 Warner Brothers había saboreado las mieles del éxito con 'Superman' de Richard Donner, en 1979, éxito de taquilla sin precedentes de la que  se produjeron hasta cuatro secuelas, que llegaron a sobreexplotar el producto y fueron haciendo palpable de dar un descanso al superhéroe del planeta Krypton y entrar definitivamente en harina con Batman, personaje emblemático de los comics que no disfrutaba de una adaptación cinematográfica desde que en 1966 se estrenase la película que servía como grand finale de aquella casposilla y entrañable serie de television protagonizada por Adam West (Batman) y Cesar Romero (Joker).

Los mandamases de la Warner estaban satisfechos con las tablas que había demostrado el jóven director Tim Burton tras el estreno de 'Beetlejuice' en 1988, y decidieron dejarlo a los mandos de la que sin duda sería su producción más ambiciosa para el año 89, pese a considerarse para encarnar al héroe enmascarado un gran número de grandes estrellas del star system hollywoodiense, Burton "impuso" el protagonismo de Michael Keaton como Bruce Wayne-Batman, con quien hizo muy buenas migas en el rodaje de la ya citada 'Beetlejuice', así que el director apostaba por un humorista tirando a enclenque para desarrollar un rol de héroe de película de acción, a la productora no le hizo mucha gracia pero aceptaron puesto que la confianza depositada en Tim Burton era mucha.

Pero para el papel del Joker decidieron apostar sobre seguro y contaron con el oscarizado Jack Nicholson, que bordó un papel que muchos tildan de sobreactuado pero que a mi personalmente me encantó.



El director descubrió rápidamente que si quería hacer una película atractiva sobre el murciélago debía alejarse del cliché grabado a fuego por la serie de tv de los 60 y tendría que acuidir a los comics para dar con la esencia del personaje...

Y lo hizo pero a medias, ya que decidió sumir  a Batman en una Gotham City que es un fiel reflejo del gusto del director por los decorados imposibles,
con la ayuda de  majestuosa dirección artística de Anton Furst (recompensada con un más que merecido Óscar) construyeron una ciudad de ensueño, al borde de lo irreal, mezcla del Art Decó con la siempre  influyente filmografía del expresionismo alemán. Una Gotham City gótica y moderna, sucia y oscura, a la par que  exótica y sugerente, con una atmósfera noir inolvidable.

El argumento nos situa ante la investigación que la periodista Vicky Vale (una Kim Bassinger en pleno apógeo de belleza), está llevando a cabo sobre el misterioso Batman(Michael Keaton), un justiciero enmascarado del que poco se sabe y al que muchos tratan de villano.

En el transcurso de su investigación acaba enamorándose de Bruce Wayne, desconociendo que en realidad el es Batman...

Una noche en una fábrica de compuestos químicos el gangster Jack Napier (Jack Nicholson), es traicionado por sus jefes y emboscado por la policía, pero Batman entra en escena y consigue salvarle la vida, pero desafortunadamente Jack cae a una pila de ácido que lo deja brutalmente transformado, dejando su piel de un blanco impoluto y su pelo de un intenso verde, el cirujano le intenta arreglar la cara lo mejor que puede y le deja una sonrisa imperecedera... nacera así el Joker, némesis absoluta de Batman... que planea contaminar a toda Gotham con Smilex, un gas tóxico que hace que el que aquellos que lo inhalan caigan fulminados pero con una sonrisa en sus caras...

De acuerdo que la película ha envejecido mal (el origen del Joker va más allá de lo infantil si hacemos un visionado con la poco inocente mirada del espectador de hoy en día), de acuerdo que Burton no se preocupa por darnos un propósito convincente más allá de la orfandad de Bruce Wayne para que nos creamos que un multimillonario ha decido consagrar su vida a la lucha contra el crimen....

Pero que más da cuando uno se pone ante el televisor y escucha los primeros acordes de la banda sonora tan magistralmente orquestada por Danny Elfman, y se deja llevar inocentemente por la sombría fotografía de Roger Pratt, el suntuoso lujo inglés de la Mansión Wayne, los decorados, el irracional batmóvil, los gadgets... o esos rebuscados planos del batwing posándose  delante de la  luna llena formando el logotipo de la película.


Todo un antiblockbuster que reventó la taquilla pero no renunció a la impronta de su autor, un ejemplo de como elaborar un taquillazo comprometiendose con la calidad artística, que deja escenas memorables como la irrupción de el Joker en el museo (destrozando obras de arte al ritmo de la música de Prince que suena desde un radiocassete que ni los que se gastaba Will Smith en 'El Príncipe de Bel-Air' mientras los compinches van baiando una graciosa coreografía...) o el apoteósico final en el campanario y los tejados de la cátedral de Gotham...

En definitiva, un producto surrealista disfrutable de principio a fin, con unos actores principales memorables (sobre todo Nicholson).

Una pena que el aficionado medio al cine de hoy en día, tan mal acostumbrado a los porqué y las justificaciones, se pierda en los detalles o en la "falsedad" de unos decorados de cartón piedra que destilan muchísimo más encanto que el abuso de CGI de películas como 'Avatar'.


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